Un inicio lluvioso




El mismo día del cabo de Hook, pasé por Waterford y una vía ferroviaria antigüa por la que se rodaba alegremente.

También me encontré con Mandy y Derek el día siguiente, pero decidí seguir un camino alternativo más directo hacia la ciudad de Cork, porque a la esterilla de dormir que había estado usando desde varios años, le salió una burbuja de aire que no me dejaba dormir con comodidad. Cork resultó ser la ciudad más cercana con una tienda de equipamiento Outdoor en la que podría comprarme otra. Por suerte, tenían una Thermarest decente, que aunque me costó algo cara (por internet me habría costado unos 40€ menos), me vino genial el resto del viaje

El día siguiente pasamos por Clonakilty, cerca de algún castillo

Al día siguiente llegué bastante temprano a un cámping llamado "The Meadow Camping Park". Llegar pronto y con sol, me permitió lavar la ropa y la sábana del saco de dormir. Hay que ver el mal olor que llega a pillar la sábana después de unos cuantos días. Me parece que el problema es que es de algodón y al estar metido en el saco de dormir, no hay mucha transpiración, lo que hace que sea recomendable lavarla cada semana como poco. Es preferible lavar la sábana antes que el saco, y en un viaje de este tipo, lavar el saco es casi imposible. También he descubierto últimamente que la sábana de seda que vende el decathlon, es mucho mejor evitando olores.


El cámping estaba genial y al día siguiente aproveché para levantarme temprano e ir al círculo de piedras de Dromberg. Es como Stonehenge, pero a menor escala. Aunque no se sabe a ciencia cierta el motivo de estas estructuras (se presupone que es para observar las estrellas y los ciclos de las estaciones) en el lugar había indicaciones de que había sido un lugar de asentamiento y donde tenían construcciones que les permitían cocinar.

El resto de kilómetros entre acantilados fueron tranquilos, hasta que llegué a un cámping de caravanas en el que tenía pensado quedarme, pero infeliz de mí, que no suelo reservar sitio, me vi obligado a hacer cámping libre cerca de una playa a última tarde de la noche. Resulta que no aceptaban tiendas de campaña. Pero después de buscar algún sitio más o menos apartado, al final pasé buena noche, no sin llover una buena parte de ella

Los siguientes días fueron zigzagueando la costa a través de subidas y bajadas bastante pronunciadas en algunos tramos. Normalmente no son muy pronunciadas y se hacen bien, pero muchas veces te encuentras carreteras que bajan casi al nivel del mar y en unos 200 metros te toca subir 20 o 30 metros. Algunos desniveles cercanos al 20% que se repetían varias veces. Eso acaba con las fuerzas y las rodillas. A partir de este punto fui encontrando molestias en las rodillas que no me abandonarían en todo el viaje

El siguiente día me adentré en la zona de las Highlands de Kerry, con un ambiente un poco más de montaña y aislado con unos lagos muy bonitos. En esta parte no encontré cámping donde dormir, pero acabé encontrando un albergue genial. Había mucha gente comiendo en el comedor a la hora en la que llegué, pero pude dejar la bicicleta en un pasillo y descansar tranquilamente

El siguiente día me esperaba el paso Ballaghasheen, con unas pendientes bastante difíciles que me hicieron bajar de la bicicleta y empujarla un buen rato. Sobre todo cerca de la cumbre. No veas lo que pesaban las alforjas en esa subida, pero menos mal que el asfalto, aunque no estaba en muy buenas condiciones, me permitió subirlo más o menos bien. Si hubiese sido un camino de gravel, me las hubiese visto canutas. Subí con un grupo de bikepackers que iban ligeros, y aún así ellos también lo pasaron mal, pero me subió la moral que incluso sobrepasé a alguno de ellos. Si es que no hay mejor entrenamiento que hacer kilómetros, y yo llevaba casi 3 meses en bicicleta pedaleando diariamente.

La siguiente etapa sería hasta llegar al cámping Inch Beach, cerca de la bahía de Dingle. En esa playa se rodaron escenas de la película La hija de Ryan, y tenía que aprovechar para estar por ahí cerca y hacer unas cuantas fotos. El cámping era muy sencillo y las duchas, de éstas que tienen puertas pero están muy expuestas al exterior, con lo que si hace frío te hielas. pero bueno sirven para salir del paso.

Los siguientes días fueron pasando hasta llegar a Galway. Según me habían dicho, era una ciudad muy bonita, y aproveché para reservar un hostel y darme una vuelta por la ciudad. Lo único, fue que había que subir la bicicleta a pulso bastantes escalones, pero por lo menos podría dormir tranquila en un cuarto de las herramientas. Y ya que estaba por Irlanda, aproveché para tomarme una cerveza negra Murphy's. Entré al pub más Irlandés que encontré, le pedí al camarero por favor, educadamente,una cerveza, y me pareció que le hizo gracia de alguna forma. Lo interpreté como que la gente raramente pide las cosas "por favor" por estos lares, pero acostumbrado de viajes anteriores a Alemania en los que es la norma, lo hago por defecto. Así que salí del pub "contentillo" y dando una vuelta encontré a una mujer que había hecho un mural con sus fotos en blanco y negro para venderlas. Me gustó mucho una foto de un hombre muy anciano, con la piel castigada y tocando una "penny whistle", que es una flauta típica Irlandesa, aunque parece que también los escoceses le tienen mucho aprecio.

Los siguientes dos días los dediqué a cruzar Irlanda de Oeste a Este para llegar a Dublín. En realidad llegué un poco al sur de Dublín y me quedé en el cámping para coger un tren que me llevaría a Belfast donde hice noche en un hostal llamado Lagan Backpackers. El sitio estaba bien porque estaba bastante cerca del centro, lo que me permitió visitar bastantes sitios caminando.