La ruta de la lana


Todos los viajes empiezan con una pedalada, y en mi caso esos primeros golpes de pedal fueron para ponerme en el camino de la ruta de la lana. Esta ruta, se inicia desde Alicante y recorre la península hasta Burgos, pasando por las comunidades de Valencia, Castilla la Mancha y Castilla y León. Desde Burgos, típicamente se puede seguir el camino de Santiago francés, pero en ese punto tomaría la Vía de Bayona hasta Irún, aunque acabé improvisando otra ruta porque me pareció que el camino sería bastante duro. En mi caso, empecé el viaje desde Alcoy, porque es la ciudad donde nací y me hacía ilusión partir desde el sitio donde he pasado más tiempo en mi vida. 

Así que desde Alcoy, me puse en marcha y pasé por Muro, Ontinyent y finalmente llegué a Almansa, donde encontré el albergue Esclavas de María, donde una Alcoyana me atendió y me enseñó la habitación donde podría descansar. La última parte me resultó algo dura, debido al desnivel y distancia acumulada, además de que me quedé sin agua a unos 15km de llegar al destino de mi primer día. La verdad es que no hice bien llegando tan lejos, y debería haberme parado en algún albergue anterior, porque el día siguiente lo pagaría caro. En un viaje en bicicleta, se juntan varios factores: que no estás acostumbrado a estar todo el día en el exterior, haciendo ejercicio y soportando el clima, que quizá no puedes comer lo que te apetecería en el momento porque cargaste poca comida en la alforja, y lo más importante, que tu cuerpo no está habituado a esfuerzos diarios. Es por esto que los primeros 3, 4 días o una semana entera, suelen ser las partes más difíciles física pero sobretodo mentalmente. Pero el truco está en no desesperar. En confiar en que tu cuerpo te responderá y que poco a poco te irás encontrando bien. Pues como había avanzado, el segundo día no fue muy bien. Empecé a notar que mi cuerpo no aceptaba bien la comida y me entraban continuas ganas de vomitar a cada trago. Sólo me entran bien las cosas líquidas. La primera vez que me pasó esto fue en una ruta de 5 días por Sierra de Cazorla, luego recorriendo Montañas Vacías y ahora otra vez. Mi teoría es que bebo demasiado, y eso influye en que, de alguna forma, no tolere luego comidas muy secas como el pan. Así que me vi en la necesidad de parar en Alcalá del Júcar y quedarme en un hostal unos 2 días. El tratamiento estaba claro, descansar. Así que la primera noche cené un gazpacho y una ensaladilla que compré del supermercado, y el día siguiente fui a comer una ensalada seguida de un risotto y para cenar, una lubina. Mano de santo. El siguiente día ya vi las cosas de un modo muy distinto y a partir de ese punto ya fui disfrutando mucho más. 

A unos 67 km de Alcalá, vi que estaba ya un poco cansado y que no había albergues, así que saqué la app park4Night y vi que había cerca un punto que recomendaban para hacer camping libre, así que me fui en esa dirección y acabé en un campo rodeado de carrascas, donde los pájaros cantarines estuvieron piando hasta bien entrada la noche. La primera vez haciendo acampada libre fue genial. Me preparé una sopa con mi hornillo de alcohol de Trangia, y la verdad es, que poco más se necesita para pasar una buena noche.

Desde el sitio de acampada, me hice unos 70km hasta llegar al albergue de Cuenca, que estaba cerrado en el momento. Pero llamando a los números de teléfono que había en la puerta, quedé con el hospitalero, que no tardó ni 15 minutos en llegar y acogerme. El albergue estaba bastante bien. Había unas 10 camas, pequeñito pero con todo lo necesario para los peregrinos: ducha, lavadero, microondas… Por la noche me fui a cenar a un Dominos, subí a la parte alta de Cuenca donde está la catedral, y me di una vuelta por las calles, para volver luego al albergue a dejar una nota de agradecimiento en el libro de visitantes.

El día siguiente aproveché una parada mañanera para comer otra sopa de las que tengo siempre en la alforja, debajo de la Iglesia de Albendea. La mala pata fue, que mientras estaba absorto escuchando el podcast “El descampao" sobre el grupo de música Soundgarden, se me fue la pinza y me puse a reanudar la marcha en sentido contrario. Me di cuenta después de unos 5 km de bajada no planeada, que me tocó subir otra vez resignadamente. Luego vino una bajada estupenda por camino de tierra desde Valdeolivas hasta el bar “El cazador” en Salmerón, que son los que tienen la llave del albergue y donde me encontré con un peregrino Holandés que venía a pie. Se llamaba Kaare, y juntos nos fuimos por la tarde a tomar unas cervezas y cenar un bocadillo en el bar mientras ponían en la tele los “Moros y Cristianos” de Almansa, a lo que respondía ojiplático: “interesting”. 

Otro día más, acabé acampando cerca de Las Inviernas, también debajo de una carrasca, y donde al amanecer, a 10 metros y mientras estaba ya metiendo la tienda en el saco, pasaron una manada de jabalíes, grandes y pequeños, en marcha militar. A mí no me asustaron, porque siempre pienso que están en su medio natural, y mientras no los estorbemos, no tienen porqué atacarte. Poco a poco fui subiendo hasta los 1300 metros, hasta terminar en el albergue de Retortillo de Soria, donde me encontré con otro peregrino de Finestrat que iba a pie. Se había hecho prácticamente todos los caminos De Santiago varias veces, y este era el único que le quedaba. Me contaba que la ruta de la Lana, se la habían inventado dos zumbados a los que se les ocurrió conectarlo con el camino De Santiago, y de ahí nació. Después de un buen rato de charla, me apeteció bajar al bar a tomarme una crema de setas y unos huevos con jamón que me repusieron energías.

Desde el último albergue, acabé acampando en algún lugar cerca de Huerta del rey, porque el albergue de Quintanaraya estaba cerrado y el número de referencia que tenía, al parecer incorrecto, lo tenía un abuelete cansado y cabreado de que le llamaran a la hora de la siesta preguntando por algo que le importaba tres pares de coj… El caso es que ese día pasé por el Burgo de Osma, con un entorno natural muy bonito y donde al inicio del pueblo estaba situado una residencia de ancianos. La verdad es que pensé que cuando esté hecho un viejales desvalido, éste sería un buen sitio donde pasar lo que me quedara de tiempo.

Y por fin llegué a Burgos, donde quise quedarme dos días en el hostal “Catedral de Burgos” para tener tiempo de visitar la ciudad y ver por fin su catedral. De las dos veces que estuve por aquí, en la primera llegamos demasiado tarde, y en la segunda pasé de largo porque no venía bien según la planificación que tenía. Así que esta vez aproveché. En la habitación compartida, había un chico de Países Bajos, Robin, que venía con problemas de pies después de unas etapas en el Camino de Santiago, y se quedaba para comprar unas zapatillas nuevas y descansar. Más tarde me contaría que se acabó pillando una bicicleta eléctrica porque no lo estaba pasando demasiado bien. Una Specialized Tero 4.0, que no conocía y que me parece estupenda. Nos fuimos a tomar unas cervezas y me contó que instalaba paneles solares y que había estado haciendo woofing en una granja en Japón plantando arroz. Esa primera noche cenamos en el mismo restaurante del albergue y me pedí una hamburguesa con carne de cordero que no había probado nunca y me gustó muchísimo. El día siguiente lo pasé visitando la catedral y para cenar, fuimos a comer un buen ramen al restaurante Udon.

Este fue el final de la ruta de la Lana, que tengo que decir, no es totalmente fiel, ya que se han priorizado los caminos de carretera en lugar de seguir al 100% el camino de los peregrinos a pie. Soy de los que opinan que cada cosa tiene su sitio, y que mejor adaptar la ruta al medio en el que vas. Es un camino que me ha gustado mucho, sobre todo por la cantidad de parajes por los que cruzas, de los que destaco las partes de Teruel y Cuenca.


La vía de Bayona


De la vía de Bayona, en realidad seguí sólo la primera etapa hasta Miranda del Ebro y desde aquí, fui siguiendo una ruta creada con la aplicación cycle.travel, que me llevó perfectamente hasta Irún. El primer día fue bastante bien siguiendo el camino para los peregrinos a pie, pero a 10km del final, decidí ir por carretera para evitar berenjenales. En el camino, también se compartían tramos con la Vía de Italia seguido de una larga vía verde hasta Vitoria y subiendo algún puerto importante, donde al final del día tuve que parar en una ermita a plantar el campamento, que consistió de mi esterilla tirada en el suelo y con el saco de dormir para pasar la noche al raso aunque bajo techo. No lo había hecho nunca, porque siempre planto la tienda, pero dormí genial y en general lo vi como una buena experiencia a repetir. Lo malo fue el día siguiente, porque a partir de las 10, se puso a llover bastante y de forma intermitente hasta llegar al albergue de Irún. Allí había una larga cola de peregrinos, todos extranjeros venidos de otras partes de Europa. Hablé mucho con un ciclista que iba en bicicleta eléctrica por una lesión y me fui a tomar unas cañas y unos pinchos, para celebrar haber cruzado España desde Alcoy hasta Irún.


Para el que quiera más detalles, empecé siguiendo el track de un amigo y compañero de aventuras por la comunidad valenciana cuyo nombre es “Aguelo” en wikiloc y que enlazo con la siguiente url: https://es.wikiloc.com/rutas-cicloturismo/denia-almansa-cuenca-burgos-leon-santiago-camino-de-santiago-por-la-ruta-de-la-lana-12-dias-42741289


Para la vía de Bayona empecé siguiendo este track, pero al final improvisé una alternativa: https://es.wikiloc.com/rutas-cicloturismo/camino-de-santiago-vasco-via-de-bayona-irun-burgos-16167573


Y finalmente, incluyo la ruta que realicé: